La Cata: Organización


Antes de iniciarnos en la cata es importante tener en cuenta ciertos aspectos sobre el ritual y sus condiciones, tanto si va a llevarse a cabo de una manera formal, con un carácter didáctico, o en un ambiente distendido,

El ambiente es un condicionante del catador. El entorno debe ser agradable, iluminado, claro y limpio, sin olores fuertes e intensos.   

La copa debe estar limpia, sin restos de cal ni jabón y sin olores externos que puedan dificultar la percepción de los matices del vino. La manera correcta de cogerla es por el mástil o por la base, ya que facilita el movimiento de la copa y hace que no le afecte al vino el calor que puedan desprender nuestras manos.
 
Respecto al tipo de copa, hay varios dependiendo del tipo de vino que vayamos a catar. La más idónea es la denominada copa 'Afnor' o catavinos (aceptada internacionalmente), que tiene un diámetro de boca de 46 mm y un diámetro de cuerpo de 65 mm aproximadamente. 
En teoría, cualquier copa transparente sirve, mejor si es de cristal puesto que el vidrio otorga al vino unos reflejos verdes y grisáceos, y cuya boca no sea demasiado ancha para concentrar los aromas del vino en la parte superior. Las copas serán mayores cuanto más concentrado sea el vino ya que necesitan mayor oxigenación, y en los espumosos las copas serán largas para poder apreciar la formación y persistencia de la burbuja. 

La cantidad de vino servido en la copa debe ser aproximadamente un tercio de su capacidad, ya que es la cantidad mínima para que no se desborde al girar la copa y la cantidad máxima para  poder observar sus tonalidades y percibir sus aromas. 

La cápsula de la botella puede quitarse en su totalidad o cortarla por debajo del gollete. En tal caso, limpiaremos el borde de la botella antes del descorche para evitar cualquier posible contaminación del vino. Debe girarse el sacacorchos y nunca la botella, sin traspasar del todo el tapón que puede dejar restos en el vino. Podemos oler el corcho que deberá oler a corcho o a vino, nunca a humedad o a moho. 

El momento idóneo para realizar una cata son las horas anteriores a las principales comidas del día, pues nuestros sentidos estás más despiertos y nos encontramos más receptivos. Hay que tener en cuenta que el cansancio también puede influir.

Las catas pueden realizarse con multitud de temáticas, eligiendo vinos por tipos, zonas, añadas, realizar una cata de copas (utilizando los diferentes tipos que hay en el mercado) o incluso una cata “a ciegas” utilizando para ellos copas opacas.

Podemos hacer una cata horizontal con vinos pertenecientes a una misma denominación de origen, una misma añada, una misma variedad, etc. para conocer los rasgos característicos de una determinada zona. En una cata vertical, los vinos son de un mismo elaborador pero de diferentes añadas, con lo que podemos conocer la evolución del vino a lo largo de los años. 

El orden de degustación es muy importante, siendo el orden de primero al último: espumosos (que no sean rosados), blancos, espumosos rosados, rosados y tintos. Se servirán en orden de añadas, desde los más jóvenes a los más añejos.
Aunque no se cumplan los requisitos anteriores, siempre se iniciará la cata con los vinos más ligeros y suaves acabando con los más consistentes (por ejemplo, cuando se catan generosos o espirituosos como es el caso del Jeréz, oportos o destilados).

También es importante respetar la temperatura a la que se sirve sea cual sea el tipo de vino ya que influye en nuestra percepción de los aromas y sabores, así como también en la burbuja de los espumosos. Pero de eso hablaré en el servicio del vino.

Por último añadir que, entre vino y vino, se puede beber agua o comer algo de pan, ya que limpian la boca y no dan sabores extraños que pueden entorpecernos la degustación.   

Esta entrada es la segunda de la serie sobre "La Cata". Espero que a más de uno/a le sirva.
Salud!