La Cata: Introducción


Creo que saber de vinos es importante. No ya solo para nuestro disfrute personal o para mejorar nuestras relaciones sociales, sino para conocer mejor nuestros sentidos.

Muchos son aquellos que se muestran sorprendidos o escépticos al oír a un experto en la cata de vinos. Lo que la mayoría no sabe es que el dominio de esta técnica se basa en conocer los sentidos, y saber describir las sensaciones con un poco de vocabulario.

Con la práctica se puede aprender a valorar lo realmente importante que es el vino, sin dejarnos influir por el envase. Para ello hay que utilizar el análisis sensorial. La cata es muy sencilla, sólo hay que poner los sentidos y disfrutar.

La amplia gama de colores de los amarillos más pálidos y verdosos a dorados de los vinos blancos; los rosas más intensos a los salmones o naranjas de los rosados y los violetas, púrpuras o colores teja de los tintos. La intensidad burbujeante de los vinos espumosos. Los aromas herbáceos, frutales, florales, exóticos, de confitería, balsámicos, lácticos, notas de bollería, especiados. Infinitos sabores y sensaciones táctiles… 

El análisis sensorial estimula los órganos sensitivos a través de la constitución del vino. A través de estos órganos sensitivos recibimos los estímulos exteriores que envían señales al cerebro, las sensaciones. Lo que debemos mejorar con la práctica es la descripción de esas sensaciones. 

La vista, el gusto y el olfato son los principales sentidos que trabajan en la cata de vinos, pero también podremos notar otras sensaciones táctiles como su calor o su astringencia, o escuchar el burbujeante vino espumoso.

En esta entrada iniciativa, describiré los pasos básicos para la degustación de un vino que comúnmente se siguen al degustar un vino. En un ambiente informal no es necesario seguir el ritual de la cata pero sí saber los pasos de la misma aunque describamos el vino a grandes rasgos. En otros casos podemos incluso rellenar fichas de cata, que en un futuro nos ayudarán a expresar mejor nuestras impresiones y gustos.

Una vez tengamos el vino en la copa el análisis visual es lo principal. Sobre un fondo claro, mejor si es blanco, y con buena luz inclinaremos la copa. Notaremos la limpidez (ausencia de posos) y la intensidad y matiz del color del vino observando el menisco (elipse que se forma al inclinar la copa). Al agitarla observaremos la densidad y la formación de lágrimas que serán más lentas en vinos muy alcohólicos. También podemos observar la presencia de carbónico, y la formación de burbujas si es un vino espumoso.

La fase olfativa comienza con la copa parada para percibir si tiene algún tipo de defecto (olor a humedad, huevos podridos, vinagre, etc.). Después, agitaremos la copa para abrir el vino y concentrar los aromas. Analizaremos su intensidad y persistencia y buscaremos los aromas conocidos que nos evoque el vino (frutales, herbáceos, madera, etc.).

Por último, degustaremos el vino introduciendo un pequeño sorbo en la boca que debe resbalar por toda la lengua. Nuestra primera impresión es el ataque del vino que puede ser suave o muy potente. Analizaremos la acidez y el equilibrio, si tiene cuerpo o es un vino plano, su astringencia, etc.
Lo de escupir el vino es relativo. Si vamos a catar muchos vinos es conveniente, pero no es lo más frecuente en ocasiones informales.

Esta entrada es la primera de la serie sobre "La Cata". Espero que a más de uno/a le sirva.
Salud!